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jueves, 18 de noviembre de 2010

pulperia La Blanqueada



La Blanqueada es el local de una auténtica pulpería restaurada de más de 150 años de vida. Además, tiene su historia propia: Ricardo Güiraldes usa el lugar en un pasaje de ficción en su "Don Segundo Sombra". Hace que en su interior se desarrolle el primer encuentro de Don Segundo con Fabio.

Una reja separa el interior del patio. A través de ella, y como prevención, el pulpero servía a los forasteros desconocidos, los parroquianos conocidos tenían acceso al interior y allí se les servía y se les daba lugar para jugar a los naipes y conversar. En el interior, interpretado por medio de muñecos de cera, un grupo de gauchos juega a los naipes ante la mirada del pulpero. Estos llevan botas de potro y chiripá y en la cabeza lucen un pañuelo colorado, típico de los paisanos en el período Rosista. Todo recrea el ambiente, la reja, el mostrador, el botellerío, los muebles.

En el año 1999, la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos de la Secretaría de Cultura de la Nación declaró a la Pulpería "La Blanqueada" como Monumento Histórico Nacional junto a: El Parque Criollo Ricardo Güiraldes y Museo Gauchesco de la Provincia de Buenos Aires, El Puente Viejo, la Iglesia Parroquial de San Antonio de Padua, la casa de la Intendencia Municipal y el casco de la Estancia “La Porteña”.

martes, 26 de octubre de 2010

LA DEGUSTACIÓN

La degustación es un ejercicio que sólo requiere atención, memoria e imaginación. No es cuestión de expertos sino de apasionados. La mejor forma de apreciar un vino en plenitud es activando los sentidos. Todos estamos capacitados para analizar sensorialmente un vino, sólo debemos ejercitar la memoria y la atención. Vista, olfato, gusto, tacto y oído serán los encargados de percibir los múltiples mensajes que transmite el vino, estimulando las terminaciones sensibles de las células nerviosas y produciendo una "sensación". Al degustar un vino y detectar una sensación conocida se habrá producido una "percepción". Las sensaciones visuales y auditivas son casi instantáneas. En cambio, las olfativas y gustativas necesitan una cantidad de estímulos aún mayor para lograr la percepción. Los "umbrales de percepción" varían entre las personas y con el entrenamiento. El vino se proyectará hacia el pasado, en forma de recuerdo, o hacia el futuro, como deseo. Y animará a la imaginación para crear y recrear mil historias a partir de una copa; la creatividad encontrará las palabras para expresarlo.


PASO A PASO

1- Vista: El color del vino en el borde de la copa inclinada da la primera información. Aquí evaluamos los colores (intensidad y matiz) y la transparencia.

2- Olfato: Se inhala profundamente, primero sin mover la copa, luego, girándola para que se volatilicen los aromas más complejos. Analizamos persistencia, intensidad y calidad de los aromas. Se identifican los descriptores. Se evalúa si posee tipicidad y complejidad varietal.

3- Gusto: Se toma un sorbo y mientras el vino permanece en la boca, se absorbe aire y se lo hace burbujear. Se evalúa el ataque (gustos dulces), la acidez, el equilibrio, la intensidad de boca y la concentración de aromas y sabores. Se detectan los descriptores y se analiza la textura (untuosidad, astringencia, causticidad) del vino. Se percibe la persistencia y se determina la tipicidad y complejidad.

4- Tacto: mientras se retiene el vino en la boca, se percibe su estructura y temperatura.



El arte de degustar


La degustación no es sólo un arte para entendidos. Si bien se llevan a cabo degustaciones técnicas que requieren una capacitación específica, quienes se disponen a disfrutar una copa de vino tan sólo necesitan poner a punto los sentidos y animarse a descubrir aromas y sabores, reconocer texturas para así definir los vinos que mejor responden al gusto personal. No es imprescindible seguir cierto método, pero la degustación es un entretenido juego que se recrea cada vez que se descorcha un vino.

Los sentidos -con mayor o menor precisión, dependiendo del entrenamiento- son los medios a través de los que se recibe información valiosa que permitirá identificar las sensaciones que produce el vino. Por eso, análisis sensorial, degustación o cata son diferentes expresiones para nombrar el recorrido que seguirá el vino por la vista, el gusto, el olfato, el oído y el tacto hasta transformarse en una particular y agradable experiencia sensible. En definitiva, se trata de las técnicas puestas en práctica cuando llega el vino a la copa y que, en el caso de los aficionados, conduce al mayor placer que esta bebida puede brindar. NOTA BY EL CONOCEDOR BLOG

lunes, 25 de octubre de 2010

el vino tiene olor a ...

Seguramente Ud. habrá leído en las descripciones que hace un degustador experto sobre un vino, o incluso en las contraetiquetas de las botellas, los aromas a un montón de cosas que puede tener un vino. Por otro lado, Ud. puede ser de aquellos que simplemente dicen que el vino tiene olor a vino. Ninguna de las dos posturas anteriores están equivocadas, salvo que el degustador describa el aroma con especificaciones poco creíbles, como “leves notas de pólvora de fúsil del siglo XVII”.

Partamos de establecer como cierta la obviedad: “el vino tiene olor a vino”. Pero, este olor, representa un inmenso complejo aromático, que comprende infinidad de notas similares a otras (en su composición química) ya conocidas por nosotros. Por ejemplo, cuando decimos que tal tinto tiene un marcado aroma a pimiento verde, quiere decir que en su composición aromática está presente el mismo compuesto químico que nosotros conocemos simplemente como olor a pimiento verde.

Atención para aquellos que recién empiezan, que siempre estamos hablando de compuesto naturales provenientes ya sea de la uva, el proceso de elaboración o crianza. No han sido pocos los que  han afirmado que probaron un exquisito vino con esencia de grosellas o frutos de bosque. Esta afirmación la sacaron por equivocada deducción, al leer las notas de cata expuestas en la contraetiqueta. Nunca se agrega al vino ningún tipo de sustancia aromatizante…

Para ilustrar un poco el tema, vamos a ver a continuación una lista con algunos aromas frecuentes que naturalmente podemos encontrar en el vino, divididos por familia.

Vegetal: pimiento verde, hierba, herboso, herbáceo, pastos, heno, hoja de parra, laurel, sauce, infusión, hiedra, helecho, té, hoja de tabaco, maleza, tierra, musgo de árbol, sotobosque.

Floral: violeta, jazmín, clavel, jacinto, narciso, flor blanca, brezo, retama, magnolia, miel, violeta, rosa, manzanilla, lirio, crisantemo, azahar.

Frutal: banana, frutos rojos, cítrico, pasas, confitado, cereza, guinda, almendra, bayas salvajes, arándano, grosella, frutilla, fresas del bosque, frambuesa, grosella madura, moras, durazno, damasco, pera, manzana, melón, limón, naranja, pomelo, piña, nuez, avellana, aceitunas verdes, aceitunas negras.

Especiados: anís, eucalipto, curry, hinojo, champiñón, trufa, canela, jengibre, clavo, nuez moscada, pimienta, pimienta verde, albahaca, menta verde, tomillo, orégano.

De la madera: coco, vainilla, humo de tabaco, ahumado, incienso, tostado, caramelo, almendra tostada, pan tostado, pólvora, café torrefacto, cacao, chocolate, bombón.

Animal: caza, piel, almizcle, cuero.                                                                                                             No se trata de una lista exhaustiva sino simplemente de una guia para que usted pueda ayudarse en la identificacion de las notas presentes en  ese vino que tanto le gusta.asimismo recuerde que al principio basta con identificar los aromas por familia:(vegetal,herbáceo,etc)si lo logra,habra dado un gran paso...luego vendra el resto.                                                                                      

sábado, 23 de octubre de 2010

Arte Argentino: Florencio Molina Campos

Florencio de los Ángeles Molina Campos nació en Buenos Aires el 21 de agosto de 1891, en una familia tradicional cuyos orígenes se remontan en el país a la época de la Colonia.
Pasó su vida alternando entre la Ciudad de Buenos Aires y los campos de sus padres en los pagos del Tuyu y General Madariaga, en provincia de Buenos Aires, y Chajarí, provincia de Entre Ríos.
En 1926, Florencio Molina Campos presentó su primera exposición en el Galpón de Palermo de la Sociedad Rural Argentina. Su muestra fue visitada por el Presidente de la Nación, Marcelo T. De Alvear, quien se convirtió en ferviente admirador de su obra y lo premió otorgándole una cátedra en el Colegio Nacional Nicolás Avellaneda.
En 1931 el pintor realizó su primer viaje a Europa y expuso en París. Más adelante viajaría infinidad de veces, invitado por diferentes gobiernos como representante cultural argentino. Fue profesor de las nuevas generaciones, tanto en el Colegio Nacional Nicolás Avellaneda como en Bellas Artes.
En esa época inició el contrato para ilustrar los almanaques de la firma Alpargatas, que se editaron desde el año 1931 a 1936, 1940 a 1945, 1961 y 1962. Constituyeron, quizá, su obra más difundida.
A partir de 1942, Molina Campos estrechó su relación con Walt Disney y fue contratado para asesorar al equipo de dibujantes para tres películas que los Estudios Disney estaban por realizar, ambientadas en la Argentina y basadas en obras del artista argentino y en los paisajes que habían visto en sus viajes a nuestro país. El pintor argentino no compartía las extravagancias que el estudio cinematográfico quería hacer protagonizar a los paisanos y, tras varios intentos fallidos por lograr una representación más fiel del gaucho argentino, renunció. Ya sin Molina Campos, Disney decidió convertir las tres películas en una sola, que se conoció como “Saludos, amigos”.
El 16 de noviembre de 1959, superado por una enfermedad terminal luego de una infructuosa operación, Florencio Molina Campos murió en Buenos Aires. Sus restos permanecieron en la bóveda familiar de la Recoleta hasta que, en la década del 70, fueron trasladados a instancias de Elvirita al Cementerio de Moreno, en donde permanecen.
Fue la imagen de Florencio la del típico argentino, simpático, entrador, audaz, excelente bailarín, con un envidiable carisma del que se valía para amenizar las reuniones a las que concurría. Poseía un fuerte carácter, que rasaba en ocasiones el mal humor. Era amante de la música clásica, que escuchaba durante las noches mientras pintaba.
No tuvo una visión comercial de lo que hacía. Pintaba porque le gustaba pintar. Cuando por la guerra no entraba al país papel canson que utilizaba, pintó sobre cajas de ravioles, cuyo material reunía buenas cualidades como soporte de su arte. Jamás proyectó su obra a futuro. Vendía sus pinturas, sí, pero a precios sumamente módicos para la época, que sólo le permitieron vivir decorosamente. Pintó infinidad de cuadros, probando con diversas técnicas.
En sus obras se plantearon diversas controversias con otros artistas de la época. Una de ellas era por los horizontes, que él pintaba muy bajos, casi en una sexta parte de la altura de la pintura. Sostenía, y basta para darle la razón con mirar los paisajes tan ricos que tienen nuestras pampas, que los horizontes eran bajos, muy bajos.
Otro aspecto muy controvertido, era que en algunos dibujos mostraba a los caballos con las cuatro patas en el aire. Fue profundamente criticado por ello. Él sostenía que pintaba lo que veía. Años después, cuando el cine perfeccionó sus técnicas, permitió observar en las imágenes cuadro a cuadro que, efectivamente, hay un momento en el galope del caballo en que sus patas sobrepasan a sus manos, y el animal está totalmente en el aire.
Definitivamente, Molina Campos era un agudo observador, y tenía una memoria fotográfica única. Al respecto, cabe mencionar que debido a los ligeros pero agudos detalles de sus obras, estas han sido aceptadas como referente histórico para quienes deben “emprendar” un caballo, y los jurados de tales disciplinas admiten el uso de tal o cual “pilcha” cuando quien la utiliza se remite a alguna de sus pinturas.

El Vino Argentino


A partir de Perú, el cultivo de la vid se extendió hacia el sur del continente, llegando a Bolivia, Chile y Argentina. Pero, el verdadero desarrollo de la vid, debe atribuirse a los primeros colonos españoles que tomaron posesión del Valle de Güentata.
A partir de 1561, Mendoza tuvo dos fundaciones. Ambos fundadores, Pedro del Castillo y Juán Jufré, fueron entusiastas viticultores. La viña, fue desde el primer momento, la principal riqueza cuyana. En 1598, es decir 37 años después de la fundación, aparecieron los primeros vinos de esta ciudad en Buenos Aires. De acuerdo con el censo de 1739, había ya en Mendoza 120 viñas y algo más de 66 hectáreas, con una producción de 400.000 litros de mosto. En 1887, la superficie de viñedo mendocino es estimada en 2.693 hectáreas distribuidas en los departamentos de Guaymallén, Las Heras y San Vicente (Godoy Cruz).

El cultivo de las vides criollas era predominante, aunque los viñadores se manifestaban entusiasmados por el cultivo de variedades introducidas. Las variedades francesas que gozaban de mayor preferencia eran el Cabernet Sauvignon y Pinot noir. El comercio de vinos en Mendoza, en esos años, era promisorio. En 1903, Mendoza ya poseía 16.379 hectáreas de viña francesa y solamente 5.749 hectáreas de vides criollas. En poco más de 15 años, la fisonomía del viñedo mendocino se había modificado radicalmente.
Dos factores preponderantes influyeron en el gran auge de la viticultura. Por un lado, la gran proporción en Mendoza de población inmigrante europea, proveniente de países latinos, dónde la viticultura era una gran industria. Y, por otro, la llegada en 1885 a estas tierras del ferrocarril. Su influencia sobre la industria vitivinícola fue revolucionaria.
La región vitivinícola en Argentina se desarrolla entre los 22° y 42° de latitud sur. Se extiende al pie de la cordillera de los Andes a lo largo de más de 2.400 Km., desde la provincia de Salta hasta la provincia de Río Negro, con una diversidad de climas y suelos que hacen de cada región un terruño único.
En términos generales, las zonas dedicadas al cultivo de la vid son secas y áridas con un bajo nivel de lluvias y humedad, factor determinante para la sanidad de las uvas.
Los abundantes días de sol y la gran amplitud térmica favorecen una buena maduración y concentración de aromas y color en los granos. Los suelos son profundos, permeables y pobres en materia orgánica, cualidades decisivas a la hora de obtener un buen vino. Debido al bajo régimen de lluvias, el riego se hace necesario. El agua proviene del deshielo de la cordillera de los Andes, que desciende en forma de ríos para convertirse en canales o acequias.
Sin lugar a dudas, la combinación de estos factores hace de la Argentina un oasis para la elaboración de vinos de la más alta calidad.

bodega capacidad 48 botellas.medidas alto 120cm ancho 118cm profundidad 51cm


viernes, 22 de octubre de 2010

conservar el vino

VINOS Y ENOLOGÍA LA BODEGA EN CASA Hemos de empezar diciendo que los vinos están hechos para ser bebidos. Como alimento que son, se convierten en un producto perecedero y por consiguiente han de consumirse antes de que se produzca ese fatal desenlace. Pero ciertamente todos los vinos tienen un determinado tiempo de vida. ¿Cuál es ese tiempo?, depende de muchos factores, uno de ellos es la conservación que hagamos de los mismos. Otros factores que influyen son el tipo de vino (tinto joven, de crianza, blanco, espumoso, generoso, etc), las uvas con las que se haya elaborado, hay variedades de más larga duración que otra, la práctica enológica a la que se le haya sometido, etc. En cualquier caso como referencia y sólo con el valor relativo que tienen las referencias decir que con los tintos jóvenes se ha de tender a ser consumidos en al año al igual que los vinos blancos que no estén fermentados en barricas, cuya vida es más duradera, y los espumosos que no sean reserva o gran reserva que también podrán ser conservados durante más tiempo. A los tintos de crianza se les puede aplicar la regla genérica de que su vida será el doble del tiempo de esa crianza a la que se haya sometido. Los vinos generosos son los que más larga vida pueden alcanzar sin verse mermadas sus cualidades. Aunque los envases vinarios pueden ser de distintos, tipos al consumidor nos llega fundamentalmente en botella, y dentro de ella, el vino, que es también un elemento vivo, ira evolucionando durante su tiempo de vida. Saber preservar esas botellas será una de las claves que nos permitirán conservar durante más tiempo y en mejores condiciones ese delicioso fruto báquico. De ahí la importancia que tiene la bodega en casa. Las condiciones idóneas para la conservación de los vinos son aquellas que tienen en cuenta la humedad, la temperatura, la oscuridad, la ausencia de olores parásitos e intensos y el reposo de los vinos. Así pues nuestra bodega o cava ha de aproximarse lo más posible a estas condiciones, ello significa - para aquellos que les sea posible - que el lugar ideal para instalarla ha de ser subterráneo o semienterrado, pero este lugar no debe ser nunca ni un garaje ni un taller. Otro factor a tener en cuenta es la orientación de la misma, la mejor es la sur y la peor es la norte. Partiendo de que el sitio ideal para tener una bodega donde almacenar y conservar las botellas de vino es un lugar subterráneo o semienterrado, veamos otros condicionantes a tener en cuenta: la ventilación necesaria del recinto, que puede obtenerse mediante un shunt o construir un conducto directo hacia el exterior. Las paredes o muros, han de garantizar un perfecto aislamiento térmico y acústico; el interior de las mismas han de ser blancas y a ser posible, de cemento con gravilla a la tirolesa; los sistemas de aislamiento de fibra de vidrio o poliuretano expandido, cubren perfectamente también este objetivo. El suelo cumple una función higrométrica muy importante, por ello se aconseja que sea de un material que absorba la humedad, como las losetas de cerámica porosas, aunque el mejor es el suelo de tierra, batida o pisada, y arena del río. Pero no todo el mundo tiene la posibilidad de tener una cava como esta, pues la mayoría de la gente habita en pisos o apartamentos. En este tipo de viviendas lo que nunca debe hacerse es almacenar las botellas en la cocina o alacena, los humos, las altas temperaturas y los olores contaminarían el vino. El comedor o la sala de estar es otro lugar inadecuado, el ruido y la temperatura, afectaría negativamente al vino. Así pues los lugares más adecuados, dentro de ciertas limitaciones, pueden ser o una habitación interior o el vestíbulo, donde se puede construir un pequeño botellero con materiales aislantes. Una solución muy practica es la adquisición de una moderna Cava, donde por lo menos, la temperatura y la humedad están perfectamente reguladas. Decálogo básico para mantener una enoteca en estado optimo: 1.- La temperatura ideal para conservar el vino es de 10º a 15º centígrados. 2.- La temperatura mínima en invierno no debe ser inferior a 7º C y en verano no debe ser superior a los 20º C 3.- Los vinos han de estar protegidos de las oscilaciones térmicas, el máximo no ha de superar los 2º C de fluctuación diaria. 4.- Conviene que la humedad relativa del aire este entorno al 70 %. 5.- Las botellas han de estar en posición horizontal. 6.- Los mejores botelleros son los de madera o los construidos con materiales que no conduzcan el calor. 7.- Ha de evitarse en lo posible la luz, por ello es importante utilizar lámparas portátiles con filamento de carbón o luces frías indirectas. 8.- Los vinos no soportan los olores extraños, pinturas, aromas de la cocina, chacinas, frutas, etc. 9.- Los ruidos y las trepidaciones son enemigos declarados de los vinos 10.- La aireación o ventilación del lugar donde se encuentren es un factor importante y necesario. Una Pequeña gran utilidad: poseer un "cuaderno de bodega" o fichero, donde anotar entre otras cosas, el nombre del vino, el tipo, la cosecha, fecha de adquisición, precio, así como cualquier otra incidencia que se considere de utilidad.